martes, 11 de enero de 2011

¿QUÉ TEXTOS LES ENTREGAMOS A NUESTROS HIJOS/AS?

Mafalda:-¿¡ Y por qué debo obedecerte!?

Madre de Mafalda:-¡Porque yo soy tu MADRE!

Mafalda:-¡Pues si es cuestión de títulos, yo soy tu HIJA! ¡Y que yo sepa nos titulamos el mismo día!

Durante toda la vida se les pide a las personas hacerse cargo de diversas cosas, como por ejemplo cuando se es niño/a, el papá o la mamá le insisten a sus hijos/as que deben “cuidar el autito” o no perder la muñeca que papá compró con mucho esfuerzo. Así, cada cual podría evocar qué cosas tuvo que cuidar y cuya pérdida o destrozo posiblemente implicarían el enojo, castigo o decepción de sus padres…

Cuando se va creciendo y de acuerdo a la edad, nos apropiamos de nuevas responsabilidades; seguramente al terminar el colegio esto se percibe mucho más, puesto que se comienza a trabajar o a estudiar y papá y mamá van tomando gradualmente distancia de las decisiones que cada uno/a va asumiendo.

Pues bien, algo bastante parecido sucede con los hijos/as que se tienen; con la diferencia que ahora les toca a los “niños de entonces” ser los “adultos en el aquí ahora”, es decir, hacer que el hijo/a pueda asumir más o menos las mismas responsabilidades que le hicieron cumplir a cada uno/a cuando pequeño.

Lo anterior resulta interesante cuando se quiere explorar los recursos y repertorios que poseen los padres para enseñar las cosas que alguna vez le fueron enseñados a ellos. En efecto, ¿cómo sabe un padre o una madre acerca de su rol? ¿dónde y cuándo se tituló como padre o madre?... En estricto rigor, no hay dónde ni cuándo; se es padre y se es madre con lo que se trae, con las experiencias y con las historias vividas, se educa con la “familia de origen acuestas”, así se hace y se ejerce el rol. En consecuencia, el hijo/a va incorporando un repertorio, un argumento, un texto que es entregado por los padres ¿qué dice ese texto? ¿cuántos capítulos contiene?; ¿qué dicen sobre el bien a los demás, el respeto, la tolerancia etc?... y a su vez: ¿cómo va recibiendo y asimilando el hijo/a esos texto?.

Sin lugar a dudas, es sabido que los padres son los primeros modelos, son los “primeros libros” en que los hijos/as aprender a leer. Por ello, lo que dicen o no dicen los padres es extremadamente gravitante en ellos/as. Generalmente, los hijos/as aprenden de estos primeros modelos de cómo “ser” seres humanos. Pero también los padres entregan los “textos” de cómo se deben “hacer” las cosas en la vida. ¿Cómo se les enseña a los hijos/a a mirar y hablar a los compañeros/as?; ¿cómo se les educa en la escucha, en el respeto, en la corresponsabilidad, en la alegría?; ¿se les educa en la capacidad de asumir sus responsabilidades?

Ardua tarea es la crianza y varios son los “libros” que se les van leyendo cuando están (o no están) con ellos/as. Ser padres es tarea compleja y pareciera que esta condición de ser, tiene sus cimientos en el propio lugar de haber sido hijo/a, es decir, se es padre o madre “leyendo los propios relatos” que quedaron escritos cuando se fue niño/a y que alguna vez se los “leyeron” papá y/o mamá.

En este sentido, por ejemplo, un hijo/a aprenderá a hacerse cargo de lo que dice de sí mismo y de los demás o a no burlarse de sus compañeros/as o a tener claros sus deberes para exigir sus derechos, si ha “leído” en sus padres que ellos también se hacen cargo de este tipo de cosas. No es casual que cuando se quiere entender el comportamiento de un estudiante, se mire en primer lugar a los padres y se pueda encontrar en ellos los patrones que han incorporado los hijo/a.

Finalmente, es lícito preguntarse ¿cómo los padres van dejando (permitiendo) que los hijos/as escriban sus propios textos?. Cuando los padres miran a sus hijos/as: ¿qué ven ellos o mejor dicho, qué “leen” en ellos?. ¿Se leen a sí mismos o posibilitan que ellos tengan los espacios y los tiempos para re crear sus propias novelas?.

LA MIRADA DE LOS HIJOS


¿Qué ve el bebé cuando vuelve su mirada

hacia el rostro de su madre?

Generalmente se ve a sí mismo, es decir,

la madre mira al bebé y lo que su rostro expresa

está en relación directa con lo que ella ve.

(Winnicott).

Cuando Winnicott pensaba en la relación inicial (o primordial) entre la madre y el hijo, señalaba que el bebé se va constituyendo a partir de la mirada de la madre (o cualquier persona significativa); en otras palabras, el bebé se ve o se define–distinto de otro- a partir de como la madre le devuelve la mirada. El espejo de sí mismo del bebé es el rostro de su madre.

A partir de lo anterior, resulta interesante pensar qué actitudes, maneras de vivir, formas de enfrentar las adversidades, etc. se han ido permeando en los inicios de nuestra vida. Por eso ya decíamos en una edición anterior (Nº4) que cuando vemos a los hijos en la sala de clases es posible “leer la huella de los padres”. Sin lugar a dudas, la presencia y la mirada de los padres es fundamental para formar personas de bien y en este sentido, ellos tienen una tarea ardua que amerita actualizaciones constantes de los roles donde padres e hijos puedan actualizar la mirada que tienen de sí y del otro de manera de dejar espacio a las nuevas etapas que supone el desarrollo de la familia.

Por otra parte, no hay que olvidar que “la mirada de los padres” son los “títulos” que los hijos van adquiriendo, es decir, ¿quién enseña a un niño/a cómo amar, organizar, opinar, respetar, etc?. La respuesta es obvia, la tarea de “titular” sobre este aprendizaje social está reservada principalmente a los padres y personas significativas del núcleo familiar. Esto es importante porque cuando observamos –por ejemplo- a un estudiante de educación media que responde desmotivadamente o mejor dicho, con una actitud de indeferencia frente al quehacer de sí mismo, del colegio o de la sociedad, etc., se puede intuir que todo es producto o resultado de su “etapa adolescente”, dato que no deja de ser cierto, pero que en todo caso, no lo agota. Por otro lado, puede haber estudiantes adolescentes excesivamente cumplidores, o muy normados, etc. En los dos casos, ubica a los padres como referencia o referentes de las acciones y actitudes de sus hijos, los que gradualmente y a través del tiempo han entregado los distintos “títulos” que actúan sus hijos.

Y desde esta “mirada de la madre”, ¿qué sucede con los alumnos de pre kinder a 8º básico? La influencia es mucho más gravitante, puesto que para un niño/a su mamá o papá (pudiera ser abuelo/a, tío o tía de acuerdo a la configuración familiar) son referentes prácticamente exclusivos de cómo ser, cómo hacer y de quién ser.

Por ello, no es menor preguntarse acerca de cómo vamos acompañando a nuestros hijos/as en el devenir de su infancia y/o juventud:

¿Cómo miro a mi hijo/a, qué “texto” creo que le transmito?.

¿Qué creo que “lee” de mí o cómo creo que me lee mi hijo/a cuando me escucha?

Los hijos/as “ven” a sus padres en tanto parejas o esposos, así que también podemos preguntarnos sobre la relación con la pareja o con la que se ha tenido alguna vez: ¿Cómo es la mirada que sostengo con mi pareja?. (¿Es una mirada susurrante y suave?; ¿está en permanente competencia?; ¿es una mirada que ama sin restricciones ni condiciones, etc.?).

Todo lo que somos como personas, como padres y como familia, lo volcamos también al ámbito Colegio, en consecuencia, ¿Cómo es mi actitud en el rol de apoderado?; ¿qué pienso de los otros apoderados, qué piensan o “miran” de mí?; ¿motivo la participación en el curso? ¿cómo “lee” mi hijo/a mi rol de apoderado y qué le estoy enseñando sobre “ser” miembro del grupo-curso, de la solidaridad y participación social? ¿le devuelvo la “mirada” de que cada uno/a forma parte y es actor en la construcción de sí mismo, de su curso y de su entorno social (colegio, vecindario, etc).

lunes, 10 de enero de 2011

Construyendo identidad chilena:

¿De qué hablamos cuando decimos ser chilenos?

1.- Hechos del año

Está culminando la celebración del bicentenario y el país ha vivido un tiempo tan cargado de acontecimientos que pareciera que se nos anticipaba la celebración de los 200 años de independencia cuando en enero de este año nos convertíamos en el primer miembro pleno de la OCDE en Sudamérica y segundo en Latinoamérica, así se divisaba un 2010 tan entusiasta y festivo que se nos olvidaba la previsión y vigilia sobre los sucesos naturales tan típicos de nuestra “identidad geográfica”. De esta manera y sin previo aviso, la madrugada del 27 de febrero la madretierra nos estremeció con uno de los terremotos más grande de la historia sumado al posterior maremoto, con el consecuente costo humano, social y económico.

Luego del estruendo inesperado de la naturaleza otro acontecimiento removía al país; por segunda vez en la historia de Chile el 11 de marzo la derecha asumía el gobierno de manera democrática. Todo un desafío para este conglomerado después de casi dos décadas de Concertación.

Posteriormente, la huelga de los mapuches nos ha hecho meditar sobre lo que significa coexistir con una etnia que ha vivido en esta parte del mundo mucho antes que fuésemos chilenos y donde su cosmovisión de la realidad (la manera en que configuran y otorgan valores a las cosas) es completamente distinta a la nuestra.

Finalmente, al iniciar el mes de agosto el hundimiento de la mina de San José con 33 mineros en su interior puso a todo el país y al mundo entero en espera del desenlace que felizmente alegró a todo el planeta.

2.- Interpretación de los hechos

¿Cómo estos acontecimientos naturales y sociales hablan de nuestra identidad?. Es cierto que se podría escribir mucho sobre cada uno de los hechos presentados, por ello, ofrecemos una pequeña interpretación de alguno de estos sucesos para que nos ayuden a profundizar sobre nuestra identidad.

Una vez más el terremoto nos ha recordado que hay que caminar concientes de la vida y de la historia para no olvidar que este país es “una orilla del mundo”: con volcanes por un lado, terremotos y maremotos por el otro. De esta manera, es fácil discernir que la construcción de subjetividad social que está a la base del imaginario social, tiene que ver con un país donde los “pisos” –ya no sólo geográficos- de cada uno y de cada grupo se mueven constantemente: ¿cuántas veces se le “mueve el piso” a una persona durante el año? y en consecuencia, ¿cómo responde y/o actúa frente a esos temblores internos?, más aun: ¿ha habido situaciones o acontecimientos este año que hayan remecido con fuerza la vida?, tal vez ¿algún vínculo roto o fragilizado?, ¿Algún enojo sorpresivo? ¿Alguna noticia positiva o negativa que cambió algo de su propia “geografía”?.

Por otra parte, sorprendió con alarma observar a muchas personas que trataron de tomar ventaja a partir de la desgracia de un país. Todos apreciamos como muchos chilenos saquearon sin control tiendas y supermercados tal vez producto de la desesperación y/o de beneficiarse del dicho “la ocasión hace al ladrón” . Pero más grave aún fue percibir como en muchos supermercados de Santiago, se desabastecían los pasillos donde se ofertan los productos para la venta. Lo impactante fue que el desabastecimiento (más bien saqueo) fue llevado a cabo con poder adquisitivo, es decir, con dinero y/o con tarjeta de crédito.

En consecuencia, mientras que al sur de Santiago la gente saqueaba sin control, en la capital del país se producía otra forma de saqueo, sólo con la diferencia (o in diferencia!!) que se podía “pagar” por desabastecer.

¿qué nos dice este hecho sobre la identidad de los chilenos?. Se podría decir que frente a situaciones tan inesperadas e inciertas emerge desde lo más hondo un aspecto –entre tantos- de la identidad quedando develada una sociedad que no puede “ver” al otro como sujeto social, más bien se tiende a la anulación de la persona cada vez que se acapara para sí, es decir, cuando veuna oportunidad de tomar “una tajada”. Sin duda los saqueos fueron catalizadores sociales, síntomas que expresan lo que hay en el fondo de la cultura en un tiempo particular de la historia.

De la misma manera sucede con el Pueblo Mapuche, pareciera que al cumplir doscientos años no hemos logramos “leer” sus códigos, más bien interpretamos su identidad con nuestros propios prismas. Es probable que no hayamos logrado deducir que cuando ellos se refieren a la Tierra está en juego su propia identidad (Mapuche= gente de la tierra) en sus códigos su “ser” brota desde las entrañas de la Madre Tierra, ellos “son (su esencia) de la tierra”. por ello, sus luchas hay que comprenderlas desde una identidad ligada inevitablemente a la Tierra (Ñuke Mapu). De hecho sus saludos son siempre Mari mari peñi: hola hermano. Se saluda a toda la gente tratándolos como hermanos, ¿Por qué? Simple, porque todos son hijos de una misma madre!. El mapudungun significa “el hablar de la Tierraen el lenguaje de la Ñuke Mapu.

Y nosotros Chilenos, ¿qué nos arraiga, nos ancla y nos enraíza identitariamente?. Si bien es cierto, cada sociedad importa a través de su historia ciertas tradiciones resulta curioso constatar como en las últimas décadas la globalización a distorsionado nuestra identidad.

Es cierto que tenemos nuestras propias costumbres y nuestros personajes célebres (Eloísa Díaz Insunza, Gabriela Mistral, Santa Teresa de Los Andes, Pablo Neruda, etc.), pero también son muchas las costumbres que se han internalizado o importando como por ejemplo: Halloween , Fifteen Party, Oktoberfest, etc, las que se viven y celebran como si fueran propias.

La identidad nos ayuda a dar cuenta o a tener noción de sí mismo y de los demás (en este caso, la nación o la patria). Lo identitario tiene relación con la historia, vale decir, la identidad se construye a partir de experiencias y costumbres que se van arraigando, por lo tanto, todo lo que hacemos como chilenos “habla” –actualiza- algo de nuestra identidad porque lo identitario no es estático, es una construcción social, cultural e histórica, lo que resulta bastante esperanzador, puesto que si la identidad es dinámica, nos da espacio y tiempo para re-crearla cada vez que establecemos contacto con los vínculos y lugares que habitamos.

Entonces, ¿qué es ser chileno?, somos lo que hemos construido y lo que podemos construir en comunión (común unión). Hacemos y recreamos ligazones consistentes de identidad cuando no sólo vemos sino que miramos a la otra persona como un igual, otorgándole un lugar social; cuando somos capaces de dar el asiento en el metro o cuando nos atrevemos a dejar las apatías y saludar al vecino; cuando lo solidario tiene más de “27 horas de amor” por una vez al año.


En definitiva, vamos construyendo una nación madura y con identidad propia cada vez que no surge la necesidad de andar en el automóvil con celulares de madera revelando una identidad ilusoria. O cuando no se necesita hacer paseos en los supermercados con los carros llenos que luego se dejan abandonados.

Una nación con identidad requiere de celebraciones bicentenarias, pero también de acciones visionarias en donde se puedan proyectar acciones corresponsables. Tal vez de esta manera se podrá caminar otros cien años, sin ser la Capital más estresada del orbe y en una de esas se transformarán las grandes cadenas farmacéuticas en librerías y cafés literarios junto a lugares de esparcimientos recreativos.


lunes, 20 de diciembre de 2010

¿A QUIÉN CELEBRAMOS EN NAVIDAD?

El consumo o consumismo pretende

hacer creer que se puede alcanzar

el objeto que nos hará feliz.

Objeto ilusorio porque éste es inalcanzable, es decir,

el consumismo hace creer que se puede vivir en

un estado permanente de felicidad.

Pero más bien lo que genera es vivir

en un estado permanente de ilusión.

El año está por terminar y pareciera que para muchas personas lo más importante a nivel país era la celebración bicentenaria, sin embargo, ha sido un tiempo cargado de acontecimientos inesperados: Terremoto-Maremoto y las réplicas del 11 de marzo, La extensa huelga de hambre de los Mapuches, Mineros atrapados, fuertes accidentes carreteros, la muerte de más de 80 reclusos en la cárcel de San Miguel.

Es en este escenario de la realidad que comenzamos a vivir el último tiempo de adviento, período de vigilia a la espera de un gran hecho o acontecimiento y cuyo desenlace será en Navidad.

Probablemente para todos los niños –y tal vez para algunos adultos- ya no falta mucho para que la curiosidad sea satisfecha y tal vez el viejo pascuero, vestido con su traje de invierno en un país de verano, deje algún presente -que seguramente- habrá que pagar durante todo el próximo año.

La palabra Navidad viene del latín “nativitas” que significa nacimiento y en cada año el día en que se conmemora ese acontecimiento los cristianos celebran un cumpleaños. ¿El cumpleaños de quién se celebra? ¿Qué se espera a media noche: el nacimiento de Jesús o el paso del viejo pascuero cargado de regalos?.

¿Hay alguna persona entre nosotros que haya estado de cumpleaños y que ninguno de sus supuestos amigos lo haya saludado, pero además haya observado cómo todos se reparten saludos y regalos sin saber el motivo y sin conocer y/o considerar al homenajeado?.

Muy pronto Jesús el Señor, el Emmanuel (Dios con nosotros) estará de cumpleaños ¿qué regalo le haremos?. ¿qué cosas le agradaría recibir? ¿querrá que vivamos según las virtudes del Reino: Justicia, verdad, amor..? ¿De qué manera nuestra familia se preparará para celebrar el nacimiento de Dios?. ¿Jesús será el gran ausente o será invitado a su cumpleaños?.